Isquemias y aneurismas, ¿cuáles son sus diferencias?

Son muchos los pacientes que nos consultan acerca de sus inquietudes sobre estos términos, isquemia y aneurisma, sin saber establecer una diferencia entre ambos. Por ello, hoy nos vemos motivados a enfrentar ambas afecciones para poder definir cada una según su actuación en el cuerpo. ¡Sigue leyendo lo último de Vasculine!

Aneurismas e isquemias, ¿qué tienen en común?

A pesar de ser dos afecciones médicas causadas por las condiciones de los vasos sanguíneos, son dos términos totalmente diferentes, pero también con cierta relación entre sí.

Isquemias arteriales, ¿qué saber sobre ellas?

Las isquemias arteriales son las reducciones de flujo sanguíneo que se producen en los tejidos del cuerpo humano, provocando la reducción de la cantidad de oxígeno y nutrientes en la zona del problema. El hecho de que puedan faltar ambos elementos, fundamentales para las células, puede dar lugar a la necrosis.

Una isquemia puede desarrollarse en cualquier parte del cuerpo pero, generalmente, afecta en mayor medida a los dedos de las manos y los pies y a órganos como el corazón, el cerebro o el intestino.

Esta afección surge de la obstrucción de los vasos arteriales, lo que puede ser el resultado de una embolia, trombosis o algún traumatismo. Además, existen una serie de factores de riesgo que comúnmente dan lugar a una isquemia:

  • Edad avanzada.
  • Hipercolesterolemia.
  • Humo.
  • Diabetes.
  • Alteraciones del ritmo cardíaco.
  • Trastornos del músculo cardíaco, arterias coronarias o de la válvula mitral.
  • Obesidad.
  • Hipertensión.
  • Arterosclerosis.

Respecto a los principales síntomas de la isquemia, estos pueden variar en función del tejido o el órgano en cuestión afectado. Algunos de los síntomas más comunes son:

  • Dolor en el pecho.
  • Disnea (dificultad para respirar).
  • Náuseas y vómitos.
  • Arritmia (ritmo cardíaco irregular).
  • Parálisis de las extremidades o entumecimiento del rostro.
  • Dificultades visuales y de movilidad.
  • Confusión.
  • Anomalías en las pupilas.
  • Fatiga.
  • Dolor de cuello o de mandíbula.
  • Latidos del corazón acelerados.
  • Dolor de brazos y hombros.
  • Sudoración.

Aneurismas cerebrales, ¿en qué consisten?

Un aneurisma cerebral es una enfermedad cerebrovascular propiciada por la dilatación de la pared arterial, pudiendo provocar una rotura o hemorragia a nivel interno. Los aneurismas cerebrales pueden clasificarse en función de su:

  • Origen: congénito, de causa traumática, tumoral, por arteriosclerosis, por consumo habitual de tóxicos o por causa infecciosa.
  • Forma: secular, fusiforme, lateral o en forma de uso.
  • Tamaño.

Como comentábamos, esta afección tiene su causa en las dilataciones de la pared de los vasos sanguíneos, ya que hace que estos aumenten su diámetro pudiendo romperse y causar una hemorragia masiva interna. Existen una serie de factores de riesgo que pueden provocar esto:

  • Hipertensión.
  • Tabaquismo.
  • Antecedentes facilitares.
  • Infecciones del sistema nervioso central o del cerebro.

Por otro lado, un aneurisma cerebral es asintomático, es decir, no presenta síntomas. La única forma de que se manifieste es cuando aumenta su tamaño, filtra sangre o se rompe, y en este caso puede provocar:

  • Cefaleas intensas.
  • Náuseas.
  • Vómitos.
  • Rigidez de cuello.
  • Convulsiones.
  • Pérdida brusca del conocimiento.

Es importante tener un control sobre la salud cardiovascular para el buen funcionamiento del cuerpo y para evitar la aparición de problemas y enfermedades que puedan suponer un riesgo para la salud o la vida.

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